Ámsterdam 1671. En los últimos años, los Países Bajos habían sufrido una auténtica fiebre, comparable a la del oro, la “tulipomanía”. Todo el mundo vendía sus posesiones para invertir en los bulbos, el negocio más rápido y próspero que se había visto nunca. La burbuja fue creciendo y convirtiéndose en una enorme especulación financiera, que acabó en crisis económica. Muchos se arruinaron. El tulipán cayó en desgracia, el gobierno controló el comercio a partir de entonces y los ciudadanos juraron que una flor no les llevaría al borde del desastre nunca más.
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